Cómo lograr que el seleccionador sea tu aliado durante la entrevista laboral

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Publicado el 19/05/25

Muchos los ven con temor, se sienten nerviosos al hablar con ellos. Pero, es bueno que lleguen al encuentro sabiendo que los entrevistadores pueden ser guías para mejorar el diálogo presente y futuro.

 

En toda entrevista de trabajo, hay dos protagonistas: el candidato y quien tiene la tarea de seleccionarlo. Aunque muchas veces se percibe al entrevistador como un “evaluador” o incluso como un obstáculo que hay que superar, cambiar esa mirada puede mejorar tus posibilidades y transformar la entrevista en una conversación mucho más rica.

¿Qué pasaría si, en lugar de pensar en el seleccionador como un juez, lo pensaras como un aliado? Cambiar la mirada sobre su rol puede ayudarte para confiar en sus recomendaciones, y también a llegar con mayor calma a la entrevista.

Primero, es importante recordar que quien te entrevista no busca hacerte tropezar ni descubrir tus debilidades: está tratando de entender si sos la persona adecuada para un rol y, al mismo tiempo, ayudarte a mostrar lo mejor de vos. Si podés construir un vínculo de confianza en ese encuentro, tenés mucho terreno ganado.

Una de las claves para lograr esa conexión es prepararte bien. Investigar la empresa, entender a qué se dedica, cuáles son sus valores y cómo encaja tu perfil en esa cultura demuestra interés genuino y facilita una conversación más fluida.

Mostrar que sabés dónde estás parado genera empatía y marca una diferencia. Además, si conocés con claridad tus fortalezas, tus logros y lo que podés aportar, vas a transmitir seguridad, sin necesidad de sobreactuar.

Buena predisposición

Otro punto fundamental es la actitud. Ser amable, escuchar con atención, no interrumpir y agradecer el tiempo dedicado son gestos que, aunque parezcan básicos, muchas veces se subestiman. Mostrá entusiasmo por el rol sin parecer desesperado. Y si algo no lo sabés, no lo disimules: es preferible ser honesto y demostrar disposición a aprender. Eso también construye una imagen positiva.

Tampoco temas hacer preguntas. Preguntar no te debilita, al contrario: muestra que tenés pensamiento crítico, interés y visión de largo plazo. Consultar sobre la cultura del equipo, los desafíos del puesto o las oportunidades de crecimiento ayuda a generar un intercambio más horizontal y, muchas veces, humaniza la charla.

Recordá que la entrevista no solo es para que te evalúen: también es tu momento para evaluar si ese lugar es el adecuado para vos.

Finalmente, tratá de leer el clima de la conversación. Hay entrevistadores más formales y otros más distendidos. Acompañar ese tono con naturalidad, sin forzar, ayuda a generar sintonía. Y si sentís nervios, no te castigues: es normal. Podés decirlo con franqueza al principio, incluso con una sonrisa. Esa pequeña vulnerabilidad puede hacerte más cercano.

Convertir al entrevistador en tu aliado no significa manipular ni actuar: significa asumir la entrevista como un espacio de diálogo entre personas que buscan algo en común. Si podés conectar desde ese lugar, las chances de avanzar, ya sea en ese proceso o en otro, van a crecer.

 

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