Existen indicadores que revelan cómo se sienten los talentos en sus espacios de trabajo en la relación con sus compañeros.
El clima laboral no es solo una sensación: es un factor clave que impacta directamente en la productividad, la retención del talento, la innovación y los resultados del negocio. Del mismo modo, un buen clima no se improvisa ni se sostiene con palabras: se construye, se escucha y, sobre todo, se mide.
Entonces, ¿cómo saber si realmente tu organización tiene un buen ambiente de trabajo? Existen varios indicadores que pueden darte pistas concretas. Por eso, desde Talent Solutions te contamos cuáles son los más relevantes y cómo funcionan:
Cuando las personas renuncian con frecuencia, especialmente en los primeros meses o sin una propuesta claramente superadora, puede haber algo más que una mejor oferta en juego. La rotación voluntaria elevada suele estar asociada a un clima desfavorable, problemas con el liderazgo, desmotivación o falta de oportunidades de desarrollo. Medir este indicador periódicamente y desglosarlo por equipos, áreas o perfiles puede revelar focos rojos.
Un ausentismo elevado, más allá de motivos médicos, puede reflejar desinterés, desgaste emocional o desconexión con la organización. Si además se concentra en ciertos sectores o equipos con líderes específicos, es probable que haya problemas de clima en esos espacios.
Estas herramientas permiten escuchar de forma estructurada a los colaboradores. Las preguntas suelen abordar aspectos como liderazgo, comunicación, reconocimiento, posibilidades de crecimiento, equilibrio vida-trabajo y sentido de pertenencia. Analizar tendencias, diferencias entre áreas y evolución en el tiempo es clave para entender cómo se percibe el ambiente interno.
El eNPS mide cuántas personas estarían dispuestas a recomendar su empresa como lugar para trabajar. Es simple y potente: una alta proporción de promotores (frente a detractores) indica un buen clima y orgullo de pertenencia. Pero si el puntaje es bajo o cae con el tiempo, puede haber malestar o falta de conexión emocional con la cultura.
La cantidad de personas que se suman a programas de voluntariado, capacitaciones, afters, encuestas o propuestas colaborativas puede ser un termómetro informal pero revelador. Si la mayoría está “a la defensiva” o poco involucrada, tal vez se sienta poco escuchada o desmotivada.
Quienes se van suelen sincerarse. Prestar atención a lo que dicen en entrevistas de salida ayuda a detectar patrones que tal vez el resto del equipo no se anima a expresar. Comentarios como “el ambiente estaba muy tenso”, “no había diálogo con mi jefe” o “nadie reconocía el esfuerzo” deberían encender alarmas.
Cuando aumentan los roces entre equipos, los reclamos a RRHH o las situaciones de burnout, muchas veces el clima ya se deterioró. Estos síntomas, aunque más visibles, suelen ser la punta del iceberg de problemas que no se atendieron a tiempo.
Medir para transformar
Ningún indicador aislado da una foto completa, pero todos juntos permiten construir un diagnóstico sólido. Lo importante no es solo medir, sino actuar: escuchar, abrir canales de diálogo, reconocer aciertos, intervenir donde haga falta y trabajar de forma sostenida para mejorar la experiencia laboral.
Es importante recordar que un buen clima no se da naturalmente, se cultiva cada día, con coherencia entre lo que la empresa dice y lo que realmente se vive en ella.
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