En el mundo corporativo aún hay mucho camino por recorrer para lograr una mayor inclusión.
La inclusión del colectivo LGBT+ en el ámbito laboral ha ganado visibilidad en los últimos años, especialmente impulsada por movimientos sociales, cambios legislativos y una creciente exigencia de las nuevas generaciones hacia entornos laborales diversos y respetuosos.
Sin embargo, a pesar de los avances, aún persisten barreras importantes —tanto a nivel mundial como en América Latina— que impiden una inclusión plena y efectiva.
A nivel global hay avances dispares y compromisos crecientes. En muchos países, las grandes corporaciones han dado pasos importantes hacia la inclusión del colectivo LGBT+, integrando políticas antidiscriminación, beneficios igualitarios y redes de colaboradores LGBT+.
Además, organizaciones como la ONU o el Foro Económico Mundial han promovido marcos de acción y buenas prácticas que muchas multinacionales ya adoptaron.
Incluso, iniciativas como el Índice de Igualdad Corporativa (Corporate Equality Index) —publicado por la Human Rights Campaign en Estados Unidos— ayudan a medir el compromiso de las empresas con los derechos LGBT+ a través de indicadores concretos, como políticas inclusivas, acciones de visibilidad, beneficios para parejas del mismo sexo o programas de sensibilización.
Sin embargo, estos avances no son homogéneos. En muchos países todavía no existe legislación que proteja explícitamente a las personas LGBT+ contra la discriminación en el trabajo. Y aún dentro de empresas con políticas formales, la experiencia cotidiana de muchos colaboradores sigue marcada por el silencio, la autocensura o el miedo a mostrarse tal cual son.
En nuestra región
En la región, el panorama es mixto. Algunos países han avanzado en marcos legales de inclusión, como Argentina, Uruguay o México, que reconocen derechos fundamentales y promueven políticas públicas. Sin embargo, en muchos otros aún hay altos niveles de discriminación y escasa regulación específica.
En lo corporativo, cada vez más empresas en América Latina han comenzado a trabajar con enfoque de diversidad e inclusión. La adhesión a sellos como Equidad MX (Human Rights Campaign México), el Ranking PAR de Aequales o la implementación de políticas internas que incluyen a personas LGBT+ son señales positivas.
Sin embargo, la inclusión sigue siendo, en muchos casos, más declarativa que real. Las personas LGBT+ siguen enfrentando obstáculos para acceder a puestos de liderazgo, dificultades durante el proceso de selección, invisibilidad en las comunicaciones internas o incluso comentarios y actitudes discriminatorias dentro de los equipos.
En especial, las personas trans siguen siendo uno de los colectivos más excluidos del mercado laboral formal, con altos índices de informalidad, subempleo y discriminación estructural.
¿Qué pueden hacer las empresas?
El rol de Recursos Humanos es clave. La inclusión del colectivo LGBT+ no debe quedar solo en acciones simbólicas durante el mes del Orgullo. Requiere políticas activas, cultura organizacional comprometida y liderazgo inclusivo.
Algunas acciones concretas incluyen:
La inclusión real del colectivo LGBT+ no es solo una cuestión de derechos humanos. Es también un factor de competitividad, innovación y reputación para las empresas que aspiran a ser sostenibles y relevantes en el tiempo. Porque un equipo diverso e inclusivo es también un equipo más humano, creativo y comprometido.
Y porque, como en toda transformación cultural, el cambio empieza dentro. Con decisiones, políticas y, sobre todo, con la voluntad de mirar al otro —o a la otra— con respeto, empatía y equidad.
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