Enfocados, con una metodología de trabajo horizontal y abiertos a cuestionar todo lo establecido, los líderes más jóvenes ya imponen su sello en las corporaciones.
Irrumpieron en el mundo laboral y gran parte de lo establecido fue cuestionado. Impusieron los horarios flexibles, pidieron trabajar por objetivos y le reclamaron a las empresas que se comprometan tanto social como ambientalmente. Ellos, los millennials, ya están llegando a puestos jerárquicos, y aunque los más maduros de la generación son aquellos que están tomando los cargos de liderazgo, ya irradian su cultura a la organizacional.
Con ellos empezó a ganar más fuerza la idea de la marca empleadora, pues las empresas tuvieron que salir a cautivarlos para que formen parte de sus staff. Aquel anhelo de un ambiente de trabajo saludable es lo que hoy, ya como líderes, empiezan a generar. Para un jefe millennial cada uno de los integrantes de su equipo debe sentir que se lleva algo más que el salario por su labor, deben poder sentir pertenencia con la firma y los objetivos. Su aporte, por más pequeño que sea, cumple un rol importante dentro del proyecto.
Lo bueno de estos líderes es que no dan por sentando nada, y lo irradian a su equipo. Siempre traen muchas preguntas, interpelan lo instituido. ¿Podemos mejorar esto?, expresan en una reunión: discuten con el status quo, y esto tiene que ver con la velocidad del cambio a la que ellos trabajan.
En cuanto a las modalidades de trabajo impusieron novedades. Estos líderes organizan las tareas por proyectos, y seleccionan los perfiles necesarios para cada uno formando un equipo con un propósito en común. Lo que sucede, también, es que se mimetizan jefes y grupo en cómo abordar los temas, no hay jerarquías a la hora de pensar soluciones, van a otro nivel de productividad.
Estos nuevos jefes impulsan a reinventarse, tanto a su personal a cargo como a la empresa misma. Ellos trabajan de un modo más horizontal, posicionándose con un modelo de gestión al que el equipo reconoce como autoridad natural. Valoran mucho dar feedback positivo a diario, algo que la generación reclamó desde su llegada al mundo laboral, por eso se apropian de la autoridad, que está muy ligada al reconocimiento y a la responsabilidad de la toma de decisiones. Celebran los resultados y son líderes altamente comprometidos con el alcance de los objetivos.
Pero también existe una cara con un sesgo negativo: por momentos presentan ansiedad para que las cosas ocurran de manera inmediata. Esta exigencia puede jugarles un poco en contra porque corren riesgo de desmotivarse cuando el proceso lleva un poco más de tiempo del que ellos desearían. Por último, sienten que la diversidad y trabajar en conjunto con las generaciones mayores y los Z, que ya asoman en el mercado laboral, es un valor en sí mismo, una forma de construir consensos y una nueva manera de pensar cada proyecto, siempre de manera integrada.