Ya no hay empresa exitosa que no tenga incorporado este valor. Poder seguir trabajando sobre la inclusión es un deber ser para toda organización que mire hacia el futuro.
Diversidad es un valor que ya no puede faltar en una organización, sobre todo en aquellas que quieran estar incorporadas en la “nueva normalidad”. Porque si algo aprendimos en el último año es que adaptarse es una de las habilidades que más fortaleza otorga, y cuántos más puntos de vista incorporemos, más fácil será estar dispuestos a lo que venga.
La globalización, los movimientos migratorios, la incorporación de la mujer al mercado laboral, el envejecimiento de la pirámide poblacional, la heterogeneidad de género o edad, la reivindicación de los derechos de las minorías sociales (como el colectivo LGBTQI+) y los nuevos estilos de vida van marcando el ritmo de maduración de la inclusión.
Hoy vivimos en sociedades más abiertas, y esto les exige a las compañías adaptarse a estos cambios, e incorporarlos a sus valores, a sus estructuras: en definitiva, a su día a día.
Ahora bien, cuando hablamos de diversidad solemos pensar en categorías como edad, género o raza, pero hay mucho más.
“Es como ver la punta del iceberg. Solo vemos la parte por encima del agua, pero sumergidos hay otros puntos como religión, afiliación política, educación, puesto de trabajo y antigüedad en el mismo, educación, gustos culturales y más”
Alejandra Alonso, gerente de Diversidad e Inclusión Laboral de ManpowerGroup
Poder conformar estructuras diversas e inclusivas es garantizar que las compañías estén preparadas para dar soluciones a las nuevas sociedades.